Hablamos de violencia sexual, cuando nos enfrentamos a actos o tentativas de actos que, sin consentimiento, buscan consumar un acto sexual. También, hablamos de violencia sexual cuando se realizan comentarios o insinuaciones sexuales no deseados. La comercialización sexual mediante amenaza y/o contra la voluntad de las personas, también es violencia sexual.
El acoso sexual callejero también es violencia sexual, ya que son prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida, en espacios públicos como la calle, el transporte, plazas, o espacios semi públicos como, centros comerciales, establecimientos educacionales, entre otros, que suelen generar malestar en la víctima. Estas acciones son unidireccionales, es decir, no son consentidas por la víctima y quien acosa no tiene interés en entablar una comunicación real con la persona agredida. Las prácticas de acoso sexual callejero son sufridas de manera sistemática, en especial por las mujeres, ocurriendo varias veces al día lo que genera traumatización no tan sólo por hechos de acoso especialmente graves, sino por la frecuente recurrencia del acto.
En general, la persona que ejerce violencia sexual, se encuentra en una situación de poder, la cual utiliza en contra de la víctima y a través de la coerción, es decir que presionando y forzando a la otra persona, comete los actos de violencia. Se puede decir entonces que la persona agresora abusando de su posición de poder, domina a la víctima para conseguir su objetivo, vulnerándola en el ámbito sexual.
Es importante tener en cuenta que, las lesiones físicas que las víctimas pueden presentar a causa de la violencia sexual, no necesariamente se relacionan con la magnitud del impacto que este tipo de violencia tiene sobre las personas. Es por ello que, no todas las víctimas presentan lesiones físicas, lo que obedece a diversas razones, una de ellas es que cuando transcurre un tiempo considerable entre el hecho de violencia y la denuncia muchas veces las lesiones físicas han desaparecido. Sin embargo, las secuelas psicológicas de las víctimas pueden tener consecuencias a corto, mediano y largo plazo, y reflejarse en distintos aspectos, ámbitos y momentos de la vida.
Hay que tener claro que, cuando la violencia sexual es ejercida contra Niñas, niños y adolescentes, nos encontramos ante una forma de maltrato y vulneración de derechos grave, el cual es penado por la legislación chilena.
Las personas supervivientes de violencia sexual, tanto femeninos como masculinos, pueden sufrir consecuencias conductuales, sociales y de salud mental similares. Sin embargo, las consecuencias en las niñas y en las mujeres tienen un impacto mayor en cuanto a traumatismos, infecciones y de enfermedades resultantes de la violencia y la coacción sexual. Pues, además de ser el grupo que mayormente sufre este tipo de violencia, sufren también secuelas en cuanto a su salud sexual y reproductiva, como embarazos no planificados, abortos inseguros y un riesgo mayor de contraer infecciones de transmisión sexual.
La mayoría de los traumas que ocasiona el abuso sexual en niños, niñas, adolescentes y jóvenes son de naturaleza psicológica debido a que, inicialmente al menos, la mayoría de las víctimas reaccionan con pasividad ante el abuso. Las razones que explicarían esta no resistencia al abuso pueden ser el miedo al uso de la fuerza física por parte del agresor, ignorancia, amenazas del abusador hacia su familia, sentimientos de desamparo, miedo a que sus familares cercanos no les crean, o porque la persona que ejerció el abuso está en autoridad y dependencia económica. Sin embargo, una proporción de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes sufren traumas físicos tales como lesiones, infecciones vaginales, dolor, prurito, lesiones o heridas, irritación en el área genital, sangrado o goteo inter-menstrual. Otros síntomas conductuales o psicológicos pueden ser ansiedad, jaquecas, irritabilidad, disturbios del sueño, cambio en los hábitos del comer, pesadillas, fatigas, quejas somáticas difusas.
Recuerda que, no es necesario presentar secuelas físicas cuando hablamos de violencia sexual y que estas secuelas, tienen un impacto en la salud mental de las víctimas, el cual puede tener consecuencia a corto, mediano o a largo plazo.
Los diferentes actos de la violencia sexual son experiencias difíciles de olvidar. Sin embargo, es posible recuperarse, aunque esto lleve tiempo. Para lograrlo, se requiere muchos tipos de ayuda de parte de familiares o amistades y de profesionales.
Recomendaciones para las personas víctimas de violencia sexual, considerando que el primer paso primordial, es romper el silencio.
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