En primer lugar, para entender la violencia en la pareja, es necesario contextualizarlo con la violencia de género, que se describe, según la CEPAL, como el ejercicio de la violencia que refleja la asimetría existente en las relaciones de poder entre varones y mujeres, y que perpetúa la subordinación y desvalorización de lo femenino frente a lo masculino.
A nivel mundial, el maltrato y violencia basada en la desigualdad de género afecta mayoritariamente a mujeres, niñas y personas de la diversidad sexual, comprendiéndose actualmente como una violación a los Derechos Humanos porque generan y justifican formas de discriminación por sexo.
En relación a la violencia de género perpetuada en las disidencias sexuales, esta se demuestra en los ataques contra personas por su orientación sexual o su identidad de género, los cuales acostumbran a ser gatillados por el deseo de castigar a quienes se consideran que desafían los estereotipos de género impuestos por la sociedad patriarcal durante décadas en donde lo masculino prepondera por sobre lo femenino y se catalogan como actos de violencia por motivos de género.
Dentro de las violencias vividas por razones de género, una de las más preocupantes a nivel mundial es la de pareja. Este tipo de violencia es la más experimentada por las mujeres a nivel mundial: El 30% de las mujeres en el mundo han experimentado violencia física y/o sexual en algún momento de su vida, por parte de una pareja íntima y ha sido comúnmente denominado como violencia doméstica o abuso conyugal. Sin embargo, actualmente han aumentado las investigaciones sobre la violencia dentro de la pareja, ampliado el entendimiento de la experiencia de las mujeres en las relaciones íntimas fuera del matrimonio formal.
En la violencia en la pareja existe una alta cantidad de casos de violencia extrema que acaba con el asesinato intencional de mujeres por el hecho de serlo, es decir, el femicidio. Esto implica develar que, dentro de estas relaciones íntimas, se configuran estas relaciones de poder asimétricas antes mencionadas, donde las desigualdades se viven cotidianamente y donde los mandatos de género se reproducen deviniendo en actos de violencia tanto psicológica como físicas.
En primer lugar, es necesario comprender que el daño físico no es la única manera de violencia, también existe el maltrato psicológico o bien ejercer conductas de control.
Algunos de los síntomas corresponden:
Además, las violencias en el pololeo o noviazgo, son bastante frecuentes tanto a nivel nacional como mundial, dejando en evidencia que el maltrato no comienza con la formalización de las relaciones, sino que desde sus inicios más tempranos. De hecho, en Chile los actos de violencia en la pareja comienzan comúnmente durante el pololeo, antes de la convivencia, y sí se establece un estilo violento de relación en el pololeo, esta tiende a exacerbarse cuando se establecen vínculos de mayor formalidad.
Exige siempre respeto, es necesario entender que la violencia no sólo es aquella que termina en golpes, también son los insultos, las amenazas, las imposiciones o cuando te hacen sentir temor. Una relación no se basa en el poder y el dominio de una persona sobre otra. Es importante evitar conservar una relación por miedo, no hay que soportar “porque hay enamoramiento”.
Es necesario internalizar que los celos no expresan amor, sino que buscan el dominio de una persona por sobre otra, como por ejemplo: No debes hablar con otras personas, no puedes salir con amistades, no debes vestir de tal forma, etc.).
Igualmente, para evitar violencia en la pareja se recomienda en primer momento: promover una comunicación clara y efectiva entre parejas y establecer buenas y cercanas relaciones con familiares y amistades, es decir, no alejarse de las personas. También, cuando se enfrente a un conflicto en la pareja es estrictamente recomendable que la resolución de este se realice de manera no violenta, hablando y comprendiéndose la una a la otra, así mismo, propiciar un ambiente de confianza, incentivar los valores de igualdad, tolerancia, amor y respeto mutuo en una relación, saber auto-controlar emociones y sentimientos de ira y enojo que generan agresividad y si sientes estrés o intranquilidad se recomienda la práctica de un deporte o actividad física.
Ahora bien, no sólo la prevención es relevante en el ciclo de la violencia psicológica o física, sino que, si se está viviendo, lo importante es saber enfrentar dicho escenario desde el ámbito psicológico y legal. Se recomienda que, si se es víctima de violencia de pareja buscar tanto apoyo psicológico como legal, empoderarse y denunciar.
No normalizar el control de una persona sobre la otra, al igual que poner atención en relaciones con “ciclo luna de miel”, la cual hace referencia a parejas que se están muy bien en un momento y luego entran en periodos de conflicto. Se recomienda poner énfasis y alejarse de situaciones y parejas como esta, debido a que estos ciclos son cada vez más crecientes, más graves y frecuentes, y para luego volver a un estado de luna de miel que hace dudar si terminar o no la relación.