El suicidio es un fenómeno complejo en donde se mezclan múltiples causas. Las conductas suicidas se ven estrechamente ligadas a las experiencias relacionadas con conflictos, violencia, abuso, pérdidas y sensación de aislamiento, hecho demostrado en las elevadas tasas de suicidio de personas pertenecientes a grupos históricamente excluidos que son víctimas de discriminación.
Los principales factores de riesgo del suicidio son la depresión y el intento previo, sin embargo, estos varían de acuerdo al grupo etario. En el caso de las y los jóvenes, algunos de los principales factores de riesgo de suicidio son: intentos de suicidio previos, variaciones en el comportamiento escolar, dificultades socioeconómicas, falta de apoyo social, acceso a drogas y/o a armas de fuego, aparición de una enfermedad mental y percepción de disfunción familiar. También situaciones adversas como el abuso sexual, abandono, violencia intrafamiliar, desempleo y consumo problemático de sustancias.
Algunas señales que indican la necesidad de buscar ayuda son:
- Sentir más preocupación e irritabilidad de lo habitual.
- Dificultad para disfrutar de la vida, sentirse muy triste.
- Tener pensamientos y sentimientos que abrumen e interfieran en actividades cotidianas.
- Sentir complicación en realizar tareas cotidianas, incluso aquellas que parecieran muy simples (por ej. preparar comida, aseo personal y otras).
- Intentar hacerse daño o estar planificando hacerlo.
- Dejar de comer, usar laxantes o vomitar para perder peso.
- Consumir drogas o alcohol frecuentemente y de manera excesiva.
- Tener drásticos cambios en el estado del ánimo, en conductas o en hábitos de sueño.
- Tener intensos miedos y temores que impidan realizar actividades.
- Sentirse muy pesimista respecto a futuros planes.
- Estar atravesando por una situación compleja en la vida y que cueste sobrellevarla.
- Expresar deseo de muerte, por ejemplo, “desearía estar muerta” o “desearía no haber nacido”, etc.
- Conseguir medios para quitarse la vida como fármacos o armas.
- Aislarse de la sociedad, familia, amistades y querer estar constantemente sola o solo.
- Tener cambios repentinos de humor como euforia y tristeza en periodos cortos de tiempo.
- Sentirse atrapada, atrapado y desesperanzada, desesperanzado.
- Regalar las pertenencias o comenzar a ordenar asuntos personales cuando no es necesario hacerlo.
- Despedirse de personas como si no se fueran a volver a ver más.