Existen diversas situaciones que pueden producir ansiedad, muchas de ellas son situaciones de la vida cotidiana son multifactoriales, es decir, son producidas por muchos factores.
Algunos factores de riesgo que hacen a las personas más propensas a sufrir Trastornos de ansiedad son: Factores biológicos (incluidos antecedentes familiares de trastorno de ansiedad), factores ambientales y del entorno (hechos traumáticos o estresantes de la vida diaria como la situación económica, cambio de ciudad, etc) y el perfil psicológico de la persona, es decir, aspectos de su personalidad. Además, es necesario incorporar el contexto social, educacional, laboral, económico y familiar en el cual se encuentre la persona. También, se ha descubierto que puede ser un factor aprendido al vivir con personas con ansiedad, y en ocasiones es desarrollada por personas que sufren de depresión.
Respecto al estrés, regularmente aparece cuando una persona se encuentra frente una o varias circunstancias o agentes estresores, que son situaciones que superan sus recursos viéndose incapaces de superarlas, provocando síntomas emocionales como físicos y se pueden identificar dos grandes causas primordiales. Por una parte “los agentes estresantes que provienen de circunstancias externas como del ambiente, de la familia, del trabajo, del estudio, entre otras” y por otra parte el estrés causado por la persona misma, esto quiere decir que, por “sus propias características de personalidad y por su forma particular de enfrentar y solucionar los problemas”
Se pueden presentar signos tanto psicológicos como físicos. Entre ellos encontramos:
Síntomas mentales y emocionales:
- Preocupación constante.
- Cansancio.
- Irritabilidad.
- Problemas para concentrarse y conciliar el sueño.
Síntomas físicos:
- Pulsaciones elevadas.
- Palpitaciones.
- Sudoración excesiva.
- Tensión muscular.
- Temblores.
- Mareos.
- Desmayos.
Estos síntomas aparecen con frecuencia, en momentos inapropiados y con tal intensidad y duración que producen deterioro del funcionamiento psicológico y social de la persona (relaciones sociales y familiares, el trabajo, la escuela) y fisiológico (dificultad para respirar, mareos, sudoración, taquicardia y/o temblores), alterando su forma de vida (no salir a la calle, evitar hablar o comer en público).
Ante una sospecha de trastornos de ansiedad se recomienda consultar al centro de salud correspondiente para que se busque ayuda con una profesional (psicólogo y psiquiatra). El profesional proporcionará tratamiento para el manejo de los trastornos de ansiedad desde dos enfoques:
- Mediante el desarrollo de habilidades, como psicoeducación, técnicas de relajación, entrenamiento para madres y padres, reestructuración cognitiva, entrenamiento de habilidades y exposición mediante imaginería.
- Mediante un manejo farmacológico, que centra en personas que poseen un trastorno de ansiedad moderado a severo medido a través de tests específicos aplicados por un especialista.
Algunos de los consejos concretos para prevenir y calmar la ansiedad son:
- Hacer ejercicios de relajación (respiración, yoga, mindfulness, etc.).
- Practicar ejercicio de manera constante.
- Proteger y cuidar la alimentación diaria.
- Respetar horas de sueño.
- Ponerse límites, es decir, no excederse en ningún plano de la vida, ya sea laboral, académico, etc.
- No imponerse excesivas responsabilidades y saber pedir ayuda cuando las responsabilidades sobrepasen tus posibilidades de resolverlas.
- Conocer e identificar los pensamientos negativos y cuestionarlos.
- Mantener y planificar con tiempo las actividades, a través de una agenda o algún instrumento de planificación.
- Evitar improvisar frente a situaciones problemáticas o con mucha carga.
- Mantener tiempos de ocio, es decir, realizar actividades que gusten y que permitan generar instancias de dispersión y /o relajo.
- Buscar un deporte que se acomode a la persona.
- Establecer el auto-cuidado, ya sea en la alimentación, en el consumo de bebidas alcohólicas, drogas, etc.
- Instar la vida al presente y realizar actividades que aporten beneficios, desarrollando hábitos y aprender a tranquilizarse.
- Contar con una red de apoyo.
- Tomar distancia de personas que sobre reaccionan al pánico.
- No sobreexponerse a ciertas situaciones o contexto que transmitan sensaciones de terror.
- Compartir las experiencias con personas que entiendan y brinden la atención suficiente.
- Cuidar hábitos alimenticios.
- Respetar horas de sueño.
- No aislarse.
- Buscar instancias de apoyo social.
- Disponer de un plan ante situaciones angustiantes debido a que ello genera una sensación de mayor seguridad.